Termina agosto, y por lo tanto el periodo vacacional para la mayoría de los que han podido disfrutar de un merecido descanso. Un tiempo para relajarse, para tomar las cosas con calma, con perspectiva. Un tiempo para hacer planes, para tener ideas, para dar forma a ciertos proyectos. Un tiempo de vivencias, de curiosidades, de nuevas amistades, de aventuras incluso. A pesar de la pandemia que no cesa, al menos este año sí se ha podido salir de casa para airear la mente y pacificar el alma. Y gracias a ello habrán ocurrido multitud de historias, miles de sucesos, millones de ideas. Y todo ello puede plasmarse en un libro.
¿Por qué no? Muchos de ustedes habrán pasado algún tiempo de este verano con un libro en las manos, bien físico o electrónico. Tumbados en la playa tomando el sol, en la piscina con la familia, a la fresca a la hora de la siesta… Disfrutando de relatos de amor, de aventuras, de acción, de poesía, de ensayos…
El mundo del libro no para, no se detiene. Continúan editándose nuevas obras sin cesar, muchas de ellas de autores noveles, incluso en algunos casos, presentando el primer hijo literario de muchos de ellos… que repetirán. Porque una vez que un autor se atreve a llevar su primera obra a una editorial, y esta es aceptada, entra el gusanillo de la creación y el orgullo de contemplar cómo muchos lectores disfrutan y leen con avidez lo escrito para ellos. La lectura es evasión, es entrar en mundos ficticios, es participar de la ilusión del escritor, de su fantasía, de su realidad, de su creatividad. Por ello continúan editándose libros. Por ello continúan comprándose libros. Por ello continúan escribiéndose libros.